Vista de un ángulo del castillo palacio de Marcilla
Se encuentra
situada Marcilla muy cerca de la confluencia del río Aragón con el Arga, en la
ribera y junto al comienzo de las Bárdenas Reales. Zona fronteriza muchos
siglos, fue profundamente islamizada desde el año 711 al 1119 que finaliza
oficialmente con la toma de Tudela.
Marcilla
está del Ebro a 10 kilómetros y tiene al otro lado del río la episcopal
Calahorra, al sur Alfaro, al este Caparroso y al norte Falces, todas poblaciones
que tanto van a sonar en la Edad Media y con sus respectivos castillos. Esta
zona, dependiente de los Banu Qasi de Tudela, durante varios siglos, va a formar
parte del reino taifa de Zaragoza entre 1017 – 1146, para pasar a manos navarras
en el 1119. Antes, en sus cercanías, tuvo lugar la famosa batalla de Valtierra
en 1110, en que fue derrotado el rey Al-Mustain de Zaragoza, quedando la zona de
la izquierda del Ebro en poder cristiano.
Vista del
foso, con el talud de los muros y el puente que lo atravesaba, en parte móvil
Tras los
diversos cambios políticos de Navarra, unión con Aragón, máxima expansión y
unión con Castilla, dependencia de Francia, etc., debidamente consolidado el
reino, llegará el siglo XV, época en que va a haber dos guerras con Castilla,
concretamente en 1429 y 1460, y en la que se construyeron nuevos castillos.
Hacia 1424,
según las crónicas, fue construido este castillo de Marcilla durante el reinado
de Carlos III el Noble. Concedieron el señorío de la villa a Mosen Pierres de
Peralta, que años más tarde se va a encerrar él mismo en los calabozos del
castillo, lleno de remordimientos por haber asesinado al obispo de Pamplona.
En esta fortaleza-palacio estuvo también presa la princesa doña Blanca. Al pasar
Navarra a la corona española en 1512, el rey Fernando el Católico ordenó la
demolición de los principales castillos, medida que ya había empleado en
Castilla, Extremadura y Andalucía, para someter a la nobleza. En 1513 fue
nombrado marqués de Falces, que es un pueblo cercano a Marcilla.
A partir de este momento, el castillo de Marcilla entra en la órbita de las residencias-palacio, sin presentar ningún hecho de armas notable y sólo alterado por la guerra de Sucesión a principios del siglo XVIII y la de la Independencia. Hacia 1820 el castillo sufrió algunas mutilaciones, formados por un cubo y una serie de garitones.
Recientemente
se ha desescombrado el foso devolviéndose su antigua profundidad y consolidando
la escarpa y contraescarpa, así como se le ha dotado de un estribo para el
puente levadizo, que se ha repuesto en madera.
El castillo
presenta planta rectangular, con torres cuadradas en los ángulos y dos
rectangulares a mitad de lienzo. Una de las torres de las esquinas es más grande
y la podemos considerar, la del Homenaje, por sus proporciones y por estar
situada defendiendo la puerta de ingreso. Esta torre está carente de almenado y
se abren en ella tres balcones que le quitan fuerza.
Toda la parte baja de muros y torres del castillo tienen talud, es decir, inclinación y están construidos con buenos sillares de piedra, a diferencia del muro recto que es ladrillo, opinando ciertos autores la antigüedad del mismo por estos detalles.
Igualmente la
puerta de ingreso, tras el puente levadizo, se abre con un soberbio arco gótico
y tiene encima las grandes ranuras para la cadena de la tablazón del puente. Se
ha suprimido una galería del siglo XVI y siguientes que tenía a su derecha.
El castillo
gira en torno a un patio del que se han suprimido añadidos posteriores.
Por todo el antiguo adarve, a trozos con tejado, corre una cornisa de matacanes
que le proporciona gracia y elegancia y que recuerda un poco a los castillos
italianos. Interiormente tiene tres pisos y sótano.
Ciertas labores
mudéjares, como bandas de ladrillo en pico y algún dibujo geométrico, alegran
las fachadas. Podemos considerar al castillo de Marcilla como un ejemplo
medieval a caballo con el renacimiento, castillo con todos los elementos
defensivos y con todas las relativas comodidades.
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