Vista desde el
este de la muralla y castillo de Uclés
Hoy
pequeño pueblo situado en el ángulo noroeste de la provincia de Cuenca, fue
antigua ciudad celtibérica, de donde procede su nombre actual OCILIS-UCLÉS; en
época romana pasaba la calzada que iba a Segóbriga (Saelices).
Habitada en época visigoda, es con los musulmanes cuando adquiere importancia al
fortificar éstos el cerro sobre el que se encuentra situada.
Fue habitada por miembros de la tribu bereber norteafricana de los Banu Dil-Nun,
que con el tiempo se erigieron en reyes taifas de Toledo entre 1032 – 1085.
Muchas veces Uclés fue lugar rebelde contra el califa de Córdoba, por lo que
Abderramán III en su largo dominio, nombró gobernadores directamente señalados
por él, para tener seguridad en esta zona de vital importancia en las
comunicaciones y en la economía.
Reconquistada
la zona de Toledo en 1085, Uclés pasó al rey Lobo de Murcia quien la cedió en
1157 a Alfonso VII, mediante un cambio de fortalezas jienenses por esta de Uclés.
Años más tarde donan la fortaleza de la Orden de San Juan, para en 1174, cederla
a la Orden de Santiago, concediendo fueros a los nuevos pobladores. Sufrió Uclés
un ataque almohade en 1197, que destrozó todo lo hecho.
Asentada la Orden de Santiago, de reparan y aumentan las defensas. Pasan varios
siglos hasta que en 1528 se procedió a demoler el antiguo castillo-convento para
edificar en su lugar un grandioso monasterio de corte herreriano, que quedó
terminado en 1599. Sólo permaneció de la fortaleza primitiva un conjunto formado
por tres torres y un muro de unión, más el recinto en cremallera del primitivo
asentamiento de la ciudad medieval islámica, abandonado después de irse éstos y
pasando la población al otro lado del cerro.
Aquí no vamos a descubrir el monasterio, cabeza de la importantísima Orden de
Santiago, que se extendía en cuña, del Tajo hasta el Guadalquivir.
Los maestres de la Orden permanecieron en Uclés hasta 1838 en que por la ley de
desamortización tuvieron que abandonar el monasterio y tras varios usos
convertirse en seminario menor de Cuenca.
Restauradas las partes dañadas, conserva todo el esplendor de la magna obra del renacimiento hispano, y es considerado con El Escorial de La Mancha.
Torre
del castillo, lado sur
Tanto
el monasterio como los restos del castillo, han sido declarados Monumentos
Nacionales en 1931.
Realmente, como antes hemos indicado, del castillo de Uclés quedan, por una
parte, dos torres muy próximas una de otra; se llama de la Plata y del Homenaje;
una de ellas es albarrana, es decir, más sobresaliente y conectada sólo por un
puentecillo aéreo. Tienen planta cuadrada y son de sillarejo, habiendo perdido
su altura inicial, al faltarle el coronamiento.
De estas dos torres parte un largo muro hasta otra torre, la más alta y recia
del conjunto, que ha sido restaurada, y que a su vez estaba defendida por un
recinto. Tiene cinco plantas y de ella parte la muralla musulmana que envolvía
al pueblo, y que llega hasta el actual monasterio que fue ya el lugar mejor
fortificado de Uclés. El muro de contención alrededor del monasterio era parte
de las antiguas defensas, aunque reformado.
Es
decir, que la obra del castillo de Uclés, que podemos ver ahora, corresponde a
los siglos XIII y XIV y de una gran simplicidad.
En la
fábrica de la cerca se utilizaron sillares de la romana Segóbriga, canales
visigodos e incluso se sabe cómo la primitiva mezquita de Uclés (datada en los
siglos IX y X), reutilizó material anterior en columnas y capiteles.
La villa de Uclés, pese a ser cabeza de la Orden de Santiago, mantuvo siempre
una gran población judía y musulmana. Los primeros fueron expulsados por los
Reyes Católicos en 1492, y los segundos obligados a convertirse en masa en 1502,
aunque posteriormente, tras la expulsión de los moriscos de 1581, salieron de
Uclés setenta y seis personas y en 1589 cincuenta y siete. Fue, pues, una
población donde convivieron tras sus muros y protegidos por su castillo las tres
culturas.
Plano del castillo de Uclés
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