Lado norte del castillo con la puerta de ingreso levadiza, y hoy fija, que se abría ante el foso. La gran mole de ladrillos recubre una obra fortísima de cal y canto a modo de argamasa.
Si hay un
castillo que merezca la atención y que más haya sido reproducido en fotografías
y estudios sobre castillos de Castilla es éste de Medina del Campo, denominado
de la Mota. El nombre nos indica “cerro” o “elevación”, y así es: sobre un gran
montículo en medio de la llanura, se eleva la gran mole de la fortaleza de
Medina del Campo.
Hay que tener en cuenta que en este cerro estaba asentada la primitiva ciudad de
Medina, cuyo recinto amurallado o ciudadela rodeaba el cerro, con sus iglesias,
calles, etc., y cuyos restos con murallas y torres todavía pueden verse, y están
formados por grueso hormigón de cal y canto durísimo.
En épocas
bajomedievales, la población creció, bajo el llano, a orillas del río Zapardiel,
y formó un núcleo en torno a un gran espacio, hoy Plaza Mayor, rodeándose
también de murallas que se unían con el cerro del castillo.
No se sabe exactamente cuál es el origen del castillo; lo que sí es seguro es su
nombre árabe, “medina”, que significa ciudad, y se aventura una fundación
islámica, aumentada en época de Alfonso VIII, siglo XII, a base de cal y canto
que sería la base de parte del actual castillo.
Tenemos que llegar al siglo XV para saber exactamente las obras de construcción del nuevo castillo, obra excepcional mudéjar, que emplea el ladrillo como base y casi único elemento, interviniendo en 1480 dos alarifes musulmanes, el maestre Abdallah y el maestre Ali de Lerma, junto con una nutrida lista de artífices de nombre hispano.
Vista del lado norte. Observamos el arco sobre el foso y la profundidad de éste
El castillo tiene planta trapezoidal con doble recinto. Al exterior merece
destacar el foso, amplio y profundo, que se salva mediante puente levadizo hoy
fijo, situado entre dos torres almenadas bastante salientes del recinto y con
todas las defensas corrientes: almenas, saeteras, troneras, etc.
La barrera
presenta garitones en cada mitad del frente y tiene talud, con fuertes torres
circulares en sus cuatro ángulos.
El recinto segundo del castillo está formado por cuatro torres de diversas
plantas, una de ellas con pasadizo y garitones, más la soberbia del Homenaje,
con más de cuarenta metros de altura y que tuvo otro piso, o “caballero”, del
que todavía se ven restos de sus arcadas.
Es una
torre gruesa, a base de ladrillo, con dos garitones del mismo material en cada
esquina. Tiene varios pisos y está coronada por un balconcillo de matacanes con
sus almenas correspondientes. En su origen, ninguna ventana se abría al
exterior, pues las habitaciones nobles estaban en torno al patio de armas.
Como notas
características de Medina del Campo están, por una parte, sus grandes
dimensiones; es uno de los que abarcan más espacio de Castilla junto con el de
Gormaz (Soria) y Peñafiel, en la misma provincia. De otro lado, el ser de
hormigón de cal y canto revestido de ladrillo que le encuadra sobre las
edificaciones mudéjares (arte que sólo se da en España con la mezcla de
cristiano y árabe) que comprenden los castillos de Coca y Castilnovo, en
Segovia, Navas de Saldueña, Arévalo y Castronuevo en Ávila, Batres (Madrid) y
Casarrubios del Monte, Escalona y Villalba, en Toledo.
Otra
característica es el talud de sus muros y fosos; en el mismo talud corre
interiormente una galería opta para la defensa y a tiro de los posibles
atacantes que quisieran zapar los muros desde el foso.
Por último, y casi ejemplar único, son los restos de arcadas que encima de la
torre del Homenaje constituían las últimas defensas o “torre caballero” y que
han desaparecido en la mayoría de los castillos.
Esbozar la historia de Medina y su castillo es difícil, pues han pasado por él
muchos personajes históricos de la nación. Inmediatamente nos viene a la memoria
Isabel la Católica, que murió en esta ciudad, utilizando muchas veces el recinto
del castillo.
Personajes
como el infante don Juan, hijo de Fernando el de Antequera, que será dueño de
este castillo y el de Peñafiel; Hernando Pizarro, prisionero en este recinto;
Diego Hurtado de Mendoza; don Rodrigo Calderón, marqués de Sieteiglesias; César
Borgia, que logró escapar con ayuda del conde Benavente, Hernando Colón, etc.
Como
en tantos otros casos, paulatinamente se va abandonando, aunque tiene algunas
reparaciones en los siglos XVII y XVIII, para llegar a mediados del siglo XIX en
pintoresca ruina, siendo reconstruido en los años cuarenta, modificando todo su
interior para disponerlo como escuela de mandos de la Sección Femenina, pero
deteniendo su ruina.
Medina del Campo es, pues, un gran castillo histórico, especial en su género por ser obra mudéjar en ladrillo y hormigón, castillo que se puede visitar y cuya mole destaca en varios kilómetros a la redonda. El castillo pertenece hoy a la Junta de Castilla y León, que lo emplea con fines culturales.
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