CASTILLO DE SOTOPALACIOS (Burgos)

 

 

Vista general del castillo-residencia, enclavado en un pintoresco entorno agrario que enmarca sus muros y torres.
 


Se encuentra este castillo-palacio a 15 kilómetros aproximadamente al norte de Burgos, en la carretera a Santander. Situado en un camino medieval, pues los pueblos más cercanos son Vivar del Cid, Quintanilla-Vivar, Convento de Fresdeval, Villatoro y Burgos capital, se halla en una alta meseta en la margen derecha del río Ubierna.
 

El castillo es una buena obra del siglo XV que está sin terminar. Estuvo rodeado de un foso con agua, del que aún quedan varias señales, y con un puente sobre él, del que resta un arco. Forma un cuadrado con dos torres de planta también cuadradas, situadas al sur y oeste, más otra más pequeña al oeste, que salvaba el foso, se abre en el lienzo norte y por ella se ingresa en un zaguán para pasar después al patio de armas.

Las dependencias ocupan las cuatro casas interiores del castillo. Los muros son gruesos y todo él está constituido con mampostería.

Una de las fuertes torres del castillo-palacio muestra la buena sillería y el coronamiento de almenas sobre matacanes. Reedificado en el siglo XV, está a caballo entre el arte gótico y el renacimiento, siendo uno de los más bellos castillos burgaleses por su sencillez y serenidad de líneas.
 

El castillo-palacio presenta dos pisos, más sótano y azoteas. Destacan las dos torres gemelas y del sur y oeste, gruesas, con pocas ventanas rematadas por una línea de arquillos que están sostenidos por dobles modillones y encima el almenaje, rectangular y con cinco almenas en cada casa.
 

La parte más antigua del castillo es la crujía de entrada, formada por una sola nave y con saeteras exteriores que parece remontarse a principios del siglo XIV. El resto, como antes indicamos, tiene todas las características del gótico finales, que aun teniendo detalles constructivos puramente militares, el aspecto general es el palacio.

Ha tenido la suerte de ser reparado por su actual dueño, don César San José Seigland, que ha llevado a cabo una serie de prospecciones en el patio y otros lugares para poder datar ciertas obras anteriores al actual castillo-palacio.
Los cubos cuadrados nos recuerdan a las torres del norte de la provincia, especialmente a las torres de Arenillas de Muñó, Mazuelo de Muñó o Villante.
 

Referente a la historia, tenemos documentación de 1391 en que se cita la casa de Sotopalacios, y después en alegaciones ante la orden del derribo de fortalezas y que no se construyan más en el siglo XVI, se alega que “la dicha casa avia que hera edificada más de dosyentos años e que nun auya memoria del comienço de su edificio”, lo que nos llevaría a finales del siglo XIII o principios del XIV.
 

Don Gómez Manrique, que fue adelantado de Castilla, fue señor de la primitiva fortaleza hasta que murió en 1411. Su hija, doña Mencía Manrique, se casó con Juan de Padilla, que obtuvo también el cargo de Adelantado en 1458, quedando una en manos de esta familia, que obtuvo los títulos de Condes de Santa Gadea. Conocemos los nombres de diferentes alcaides, pero no hechos de armas sucedidos ante sus muros. Hacia el años 1507 se llevarán a cabo una serie de reformas y construcciones.

En 1598, casi entrado en el siglo XVII, continúan en Sotopalacios obras “dio por descargo 88 reales que pago por treinta y ocho sesenes de tablas… pera el tejado de la fortaleza y torre della… sesenta reales de cincuenta cargos de cal y cincuenta y dos reales de setecientas tejas para reparar los tejados de la dicha fortaleza, más trescientos sesenta reales para hacer de nuevo el tejado de la torre hueca… y de apoyar las maderas de los tejados que se hundían”. Sus propietarios iniciales, los Condes de Santa Gadea, se unieron a la casa de Lara, entroncando con los duques de Feria y Lerma para quedar el castillo en propiedad de los duques de Medinaceli, herederos de las casas ilustres antes reseñadas.

 

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