CASTILLO DE CUELLAR (Segovia)

 

Vista del castillo, con sus garitones y cubos circulares, coronando tanto torres como lienzos, una fila seguida de ménsulas para sostener los matacanes y el almenaje.
 

 

Cuéllar, como tantas otras ilustres castellanas, tiene un remoto origen celtibérico. En sus alrededores se han encontrado restos de castros y asentamientos, incluso del hombre primitivo. Sabemos de su existencia escrita a partir del siglo X, en que toda la zona constituye el llamado “desierto del Duero”, dejando al norte los incipientes reinos cristianos y tras el sistema Central, el estado musulmán de Córdoba.
 

Iniciadas unas prontas repoblaciones a principios del siglo X, el territorio es disputado por el conde Ansúrez y su familia y el conde Fernán González, que había repoblado Sepúlveda, pero en el año 977, el caudillo Almanzor, en una de sus razias, desmanteló Cuéllar, llevándose cautivos a los habitantes que no habían muerto en la contienda.
 

Tenemos que llegar al siglo XII para que definitivamente se repueble formando una Comunidad de Villa y Tierra, edificando iglesias, murallas y castillo.

En 1256 recibe fuero, por mano del rey Alfonso X el Sabio, celebrándose cortes varias veces en la villa.

Detalle de una de las torres, en la que se puede apreciar la obra en sillarejo, cómo se abrieron ventanales en el siglo XVI, las ménsulas para matacanes y en la segunda torre, el coronamiento complejo y muy elegante.

Otros sucesos que demuestran la importancia que tuvo la muerte de la reina Leonor en 1383, esposa de Juan II. La población unas veces pertenecía al rey, otras a nobles que se la disputaban. Así permaneció más de un siglo, pasando de unas manos a otras, hasta su cesión en 1469 a don Beltrán de la cueva, duque de Alburquerque y verdadero valido del rey Enrique IV, quien levantara la fortaleza que estamos viendo.

Fue Cuéllar verdadera segunda corte de Castilla, junto con Segovia, compitiendo con el rey en fiestas, banquetes, torneos y galas. Sus descendientes siguieron poseyendo el castillo, que tendrá todavía cierto esplendor en el siglo XVI, para perderle a continuación.

Convertido en cárcel en el siglo XIX, ha pasado a peores usos hoy día, iniciándose su restauración y habilitándose en parte para Escuela de Formación Profesional.
Cuéllar es una villa con personalidad, con su doble recinto de murallas que parten del castillo con las viejas puertas de arcos de San Basilio, Judería, San Martín, Santiago, todavía existentes y que conjugan perfectamente con las iglesias románico y gótico mudéjares de su nombre, añadiendo los exteriores de San Andrés, Santa María y El Salvador.
 

Vista general por el lado norte, con la serie de cubos de la barrera. Obsérvese la altura del cubo norte que protege esta entrada y el coronamiento de almenas del cuerpo del castillo, almenas tronco-cónicas, rematadas por una bola, como el alcázar de Segovia

El castillo tiene planta poligonal, romboidal, en torno al patio de Armas. Como antes indicamos, de él parten las murallas que envuelven a la población. Situado en llano, pero en la parte más alta de una suave loma, está formando el vértice de la primitiva ciudadela, cuyo centro es la iglesia de San Martín y que tenía cinco puertas y un postigo.
 

Presenta, primero, restos de una barrera con foso casi perdidas ambas cosas en los lados sur y oeste, para encontrarla bien formada al norte y este.
Esta barrera presenta seis cubos semicirculares y termina en los arranques de la muralla del pueblo.
Todo el castillo es buena obra de sillería, construido a partir de 1464, conjugando cubos de planta cuadrada con cubos circulares; para mayor compilación, en algunas esquinas de las torres tienen garitones, y a mitad de los lienzos también.

Conserva el seco aspecto exterior de las fortalezas militares medievales con los mínimos vanos y con su cornisa de matacanes. Las torres de planta circular están en los ángulos noroeste y suroeste, teniendo un conjunto de dos cubos cuadrados que enmarcan una puerta en el ángulo sureste, donde aparece obra mudéjar, quizás anterior a la edificación por don Beltrán de la cueva en el siglo XV.


En la cara sur y con una altura de cinco pisos, sobre los primitivos matacanes, se eleva una galería renacentista exterior.
El interior del castillo no llegó a terminarse; se tiró lo que había anterior al siglo XV y se dispuso un patio que iba a tener una galería columnada, con dos pisos, más un tercer piso o azotea, pero del que sólo se construyó el lado sur.
 

Dato importante a tener en cuenta es el grosor del torreón circular de la fachada suroeste, con sus tres metros de espesor. Sería muy complicado e innecesario describir salas, accesos a torres, escaleras y demás detalles de este castillo que como otros tantos, conjuga lo residencial palaciego con lo puramente militar.

Detalles de escudos, almenas semejantes a las del Alcázar de Segovia, es decir, tronco-piramidales y terminadas en bola, ventanas con alfiz que enmarcan el blasón de los Alburquerque, matacanes defensivos de las puertas, chimeneas y saeteras nos completan la vista.
 

Respecto a la heráldica conservada en el castillo tenemos una serie de escudos labrados en piedra, que se encuentran en la entrada norte del recinto interior del castillo y que corresponde a don Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque, formado por unas barras y orlado con escudetes y cruces; el escudo real, con los cuarteles de Castilla y León, en honor de Enrique IV, cuando se reforma el castillo, y el de los Mendoza, con la leyenda “Ave María Gratia Plena”, correspondiente a doña Mencía de Mendoza, primera esposa de don Beltrán, con la que se casó en 1462. Todos estos escudos nos van dotando la construcción y reforma de la fortaleza.
 

Datos curiosos y quizás poco conocidos, es que para levantar el castillo de Cuéllar, el duque tuvo que demoler la cercana iglesia de San Nicolás, y que por su altura podía servir de torre defensiva que amenazara al castillo. El duque se comprometió a hacer una cruz en el lugar que estuvo la iglesia.
 

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