CASTILLO DE ARÉVALO (Ávila)

 

 

 

 

Vista general del castillo con la torre del Homenaje, preparada para armas de fuego, siendo una de las más sólidas y grandes de Castilla.
 



Es Arévalo ciudad situada en la confluencia de los ríos Adaja y Arevalillo, que durante siglos han labrado un profundo cauce, y que se aprovechó como gran foso natural defensivo. Justamente en el vértice de la confluencia de ambos ríos se encuentra el castillo.
En líneas generales, tiene planta pentagonal, con dos cubos y un garitón en tres de sus esquinas, reservándose el último ángulo para la gran torre del Homenaje.

El castillo está restaurado, pero de su interior sólo conserva de la época la división de pisos y estructura de la torre del Homenaje, ya que tanto el patio de armas como las dependencias en torno suyo fueron edificados en el presente siglo para convertirlo en silo y habitaciones del Servicio Nacional del Trigo. Está integrado en la Declaración de Conjunto Histórico de Arévalo desde 1970.
Nos llama la atención el haberse quedado aislado de la ciudad, cosa que en realidad siempre estuvo, con gran espacio vacío delante de él y con un foso hoy cegado. De todas formas, se ha despoblado Arévalo por esta parte. De la fortaleza partían las murallas que envolvían a la población.

Detalle del lienzo, con el garitón.

Nótese las dos troneras de buzón con diferente dirección de tiro para cubrir mayor campo, y los falsos matacanes de ladrillo, reducidos a una cornisa decorativa de arquillos apuntados


Hay que considerar dos obras diferentes para entender bien la estructura de este castillo; la primitiva, obra mudéjar y piedra mezclada que corresponde a parte de la torre del Homenaje y el resto del castillo; una segunda, posterior, realizada en piedra, que da la forma redondeada a la torre del Homenaje, embutiendo la primitiva torre mudéjar dentro y que también realiza todo el frente con portada adovelada y troneras de buzón para la defensa, así como refuerza ciertos lienzos en su parte baja.

También se reforma el almenaje en esta época, sustituyéndole por un parapeto almenado con arquillos ciegos que imitan matacanes.
Son dignas de atención, las cortinas o lienzos del castillo, en los que no aparece abertura o vano alguno, confirmando con ello su uso defensivo y reforzado como lienzo por un garitón. Solamente en la torre del Homenaje se abre una ventana geminada y varias troneras de buzón marcando la importancia guerrera.

Como última característica, es que los cubos circulares sobresalen muy poco del adarve, con lo que en líneas esenciales el castillo queda formado por dos alturas y dos volúmenes: La torre del Homenaje y el patio de armas con sus torres.

Detalle del ángulo suroeste, con el arranque de la muralla que cercaba la población

Referente a la historia de Arévalo, tras la repoblación iniciada después de la toma de Toledo en 1085, se concede fuero a la villa.

Hacia el siglo XIV se sabe con certeza la existencia del castillo que fue la prisión de la reina doña Blanca de Borbón, esposa del rey de Castilla Pedro I El Cruel.
 

 

Hacia mediados del siglo XV, don Álvaro de Zúñiga, duque de Arévalo, ordena levantar una fortaleza que será la que ahora vemos en parte, edificada sobre la anterior. Hacia 1479, este ilustre personaje entrega la villa a la reina Isabel La Católica, que se la devuelve, pasando de nuevo a la corona en 1488.

Convertido el castillo en prisión real, por sus salas pasarán diversos nobles como don Fadrique Enríquez, el marqués de Ariza, etc., prisión que va a estar en uso hasta finales del siglo XVII.



Nuevamente es triste reseñar los rigores de la guerra de Sucesión y de la Independencia, que la saquean y eliminan sus deberes para convertirlo en una curiosa ruina, en la que grabadores como Parcerisa nos dieron su visión romántica.

Utilizado como cementerio en el siglo XIX, pasará después de la guerra civil a ser, una vez restaurado y adecuado, silo del Servicio Nacional del Trigo. Hoy día contiene un museo del cereal y previa autorización puede ser visitado.
Las murallas de Arévalo parten de la torre del Homenaje del castillo y del frente que da a la población y cuyos restos mejores están en el Arco de Alcocer o de la Cárcel y a lo largo de la calle San Miguel, separando la ciudad del arrabal.

 

 

 

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